Me siento delante de un papel, con un boli o con lo que pille a mano pero que me permita escribir… al final siempre recurro a encender el ordenador, como si el blanco de la pantalla y las teclas me incitasen a escribir, a borrar, a volver a escribir, a corregir, para volver al inicio de nuevo.
¿Por qué es tan difícil componer?, mejor dicho: ¿por qué me resultan tan difícil componer?, o quizá la pregunta correcta sería: ¿soy capaz de escribir algo que cantar que no tenga que ver, aunque sea un ápice, con mis sentimientos, con algo que me preocupa, con una realidad recién vivida, con algo que me mueva de mi asiento?
Pues creo que no. Mucha veces me han preguntado eso de: ¿Cómo es que comenzaste a hacer canciones? - Buena pregunta – pienso yo; pero en realidad no estoy segura de si lo que respondo (siempre lo mismo, por cierto) es la realidad o la que me he creado como explicación lógica.
Me gusta pensar que soy ajena a todo eso, que nada me influye tanto como para condicionar lo que reflexiono, lo que escribo. Pero por otro lado pienso: “estoy viva”, ¿evidente? no tanto, vivir no nos hace cada día estar vivos.
Ojalá componga mucho más para hacer consciente, al escribir, que quedando plasmadas las ideas en palabras es mucho más fácil darme cuenta de lo que en realidad me interesa, de lo que en realidad me hace estar viva.